domingo, 10 de agosto de 2014

Una Insinfinicidad de ratones

Una Insinfinicidad de ratones
Cuando uno es niño tiene muchas preguntas de todos lo ámbitos de la vida, dentro de la mecánica de los electrodomésticos lo mejor que nos puede pasar es que deje de funcionar algún aparato del hogar, ya que si se rompe del todo tendremos vía libre par la experimentación y el hurgueteo. Tenemos dudas con las palabras más comunes y su utilización cotidiana,un claro ejemplo es ratón y rata. Yo creía que la rata era la esposa del ratón como la gata lo es del gato pero no es así , resultaron ser dos bichos diferentes y no solo de nombre, también de tamaño . Es así que la rata es mucho más grande quedo ratón y esa esa es otra duda por que de donde yo vengo un zapatón es mas grande que un zapato. Y ahora si pasando a la historia de hoy vamos a juntar todo: ratón aparatos del hogar y Tafi viejo. Era invierno en Tafi Viejo, de esos inviernos de los cuentos de hadas donde no te salva ni la colcha ni la estufa pues el invierno era como era nuestro calefón de gas a tres personas, era pasable o un infierno no existían los puntos medios, un extremo o el otro. Un calefón de gas a tres personas es un instrumento muy parecido a un calefón común pero mucho mas baqueteado. Funciona con tres operadores a saber; uno se encarga del botón de encendido presionando lo a fondo con las dos manos para que no salte, el segundo operador es el encargado de la llama y su regulación su base de operaciones es a centímetros del primer operador. El tercero es el encargado de abrir la llave de paso de agua en el baño y Es el que más alejado está pero el que determinará si la empresa tuvo éxito . Los tres deben funcionar como un equipo si no solo encenderán la llama de la derrota. Bueno ese artefacto había dejado de funcionar,y, al ser más grande que una licuadora y trabajar a gas que es como una cuestión mágica, no quedo otra que llamar a un experto, esos que como uno son hurguetos pero con Licencia. Nosotros lo teníamos a cuatro cuadras a Juan. Juan era un tipo no muy alto treinta y pico de años en ese entonces que hacía de todo un poco : vendía rodilleras en invierno, hacía pozos a domicilio, revitalizaba cuero, destapaba canaletas y una larga lista se habilidades pero lo más importante es que era arreglador de oído . El tipo arreglaba casi cualquier aparato solo con escucharlo con el oído pegado al los artefactos y después de propinarles varios cachetazos . Como no tenía teléfono en su cae lo llamabas a una vecina, La Beatriz . Cuando mi vieja la llamó justo Juan estaba en su casa y nos dejo dicho que buscaba el
Maletín y salía para la nuestra. Como a las dos horas llego, orejudo y con un corte de pelo Beatles lo conducimos hasta donde estaba el aparato en cuestión y estando a tres pasos del artefacto el tipo agudizó sus sentidos, como hace el lince detrás de la cañas cuando quiere cazar un quetupi que no sabe donde está, pues estar en el árbol del frente o en el de atrás pero lo que sabe es que esta ahí . Se acercó del todo saco un pañuelo de su maletín y se limpió la oreja derecha , una vez echo esto la apoyó contra el calefón y le dio como cincuenta cachetadas en diferentes partes diciendo solo : aveeee...ahaaaaa...Fue mágico, tres personas calladas y muy serias viendo a una cuarta acariciar cachetear y soplar un calefón con la oreja pegada en él . Cuando terminó se fue hasta la bacha, abrió el caño de agua caliente y asintió negando con la cabeza, por fin dijo: "ratone" . Lo miramos y nos miramos sorprendidos y nuestro coro cannon dijo : ratones???!!! Acto seguido mi vieja se llevaba las manos al pecho en forma de cruz y elevando la mirada al cielo pregunto cuantos eran . Juan se quedo pensando un momento y después nos dijo que no sabia muy bien pero aque por lo que escucho eran una "Insinfinicidad " de muchos que lo que había que ponerles es mucho queso y haciendo un caminito tres trampas Y que con eso ya estaba. Mi vieja le pregunto cuanto era y el le dijo lo de siempre , la voluntad y algo de la casa , limones, nada gas, arvejas o lo que sea . Esa fue la ultima vez que lo vi a Juan. Esa tarde salimos todos a comprar queso, compramos mucho en parte por que no sabíamos cuanto era una insinfinicidad y para hacer unas pizzas. Pusimos el queso y al otro día el calefón funcionaba perfectamente pero en las trampas nunca quedó ningun ratón. Paso el tiempo como pasa todo mientras esa ilusión que nos hace creer que todo sigue igual nos va llevando junto a las cosas. Mi vieja me llamo hace unos meses para contarme que el calefón había dejado de funcionar y para preguntarme si podíamos sacar uno en cuotas. Al nuevo calefón lo instaló un chango de la misma casa donde lo compramos y cuando estuvo colocado lo fuí a ver, cuando estaba ahí logre ver las trampas debajo de la bacha sin queso ya, y no me anime a preguntarle a mi vieja por Juan , por no querer saber y por que hay cosas que después de que somos niños pierden la magia.

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